19 julio 2006

BAILANDO CON JAYANA

El primer llamado de mi amigo quedó registrado en mi contestador automático a las nueve de la noche y recién lo escuchamos a las cinco de la mañana cuando volvimos con Jayana.

“Zamba, ya van casi dos semanas que te llevaste a la chica robot, me estás haciendo quedar muy mal con la empresa, y al mismo tiempo estás quedando como el culo con todo el mundo. Habíamos arreglado que te la llevabas una semana para probarla y que luego la devolvías. A mí ya no me da la cara para inventarles excusas, les dije que estuviste ocupado con las grabaciones, que tuviste que viajar, que te enfermaste y hasta que se te había muerto un familiar, pero ya no me creen y hasta deslizaron la posibilidad de hacer la denuncia por robo. Te pido que recapacites y que lleves a la chica robot a la feria de nuevo, o si querés dejala en casa y la llevo yo, no me hagás irla a buscar porque es medio choto tener que pasar por estas cosas con un amigo. Te lo dejo bien claro, devolvela mañana a la mañana o va a haber un quilombo innecesario. Es un robot Zamba, es una chica robot, no seas pelotudo, dejate de jod…”
Y ahí se le acabó el espacio para dejar mensajes.

Jayana y yo estábamos muy borrachos cuando lo oímos, y nos tiramos en la alfombra a reírnos. Lo escuchamos como diez veces y a lo último ya casi lo sabíamos de memoria y lo íbamos recitando arriba con voz burlona “Es un robot Zamba, es una chica robot… Ja Ja Ja”

Esa noche habíamos ido a cenar a un restaurante que ponen velas flotantes sobre el mantel y uno elije la comida a través de teléfonos rojos en las mesas. Luego había un concurso de baile y nos anotamos porque Jayana decía que íbamos a perder pero que quería verme bailar.
Cuando nos anunciaron por teléfono que era nuestro turno de ir a la pista, nos levantamos riendo y sin dejar las copas de champagne.

Todo el mundo nos miraba, pero sobretodo miraban fascinados a Jayana. Es que es muy difícil quitarla de los ojos y de la mente desde el mismo instante en que uno la ve por primera vez.

Los hombres deslumbrados desde las demás mesas eran reprendidos por sus compañeras y parecía que el tiempo se detenía cuando Jayana comenzó a mover su cuerpo dulcemente al compás de la música. Hasta yo mismo que era su compañero de baile me quedé quieto, mirándola como un chico hechizado frente a una vidriera de juguetería.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Zamba !

Que pasó en la página ? sacaron la nueva canción y el link al web donde estaban tus fotos !!

Ahora no tengo con que tocarme :(