01 enero 2005

Biografía

Parte 1 : "Averiguá si cojo mucho" y "Pensando en voz alta o La rama puta de la filosofía"

El Dr. Zambayonny llegó a los nueve años a la Argentina, procedente de su Suiza natal. Había arribado a nuestro país junto a sus padres y su pequeña hermana en un crucero de placer que había hecho escala dos veces en Brasil y que tenía destino final en Puerto Madryn antes de regresar a Europa. A poco de llegar a las costas argentinas, sus progenitores quedan maravillados por la belleza de nuestro sur y deciden entonces radicarse en el país. El pequeño Zambayonny insulta por primera vez en suelo argentino al enterarse de la noticia.

Buscando el clima perfecto la familia se muda varias veces de ciudad en las que se cuentan Pto. Madryn, Bariloche, Esquel, Bahía Blanca, Médanos, Rosario, Mendoza e Iguazú recalando definitivamente en Capital Federal donde Zambayonny comienza sus estudios de Psicología a poco de llegar. Sin duda el origen de este “cantor del alma” como él mismo se hacía llamar en sus comienzos artísticos, se remonta a esa época de juventud cuando culmina la carrera de psicología y comienza a trabajar en su pequeño estudio de la calle Ayacucho al 1100.

En ese entonces y aunque aún estaba lejos de la música, ya su cabeza comenzaba a tomar apuntes del mundo que luego volcaría con recalcado éxito en estrofas esclarecedoras. A poco de recibirse con un promedio de 9,16 (ese 16 al Dr. Zambayonny siempre le llamó mucho la atención) comenzó a trabajar en un hospital público y dos años más tarde puso su propio consultorio el cual compartía con un nefrólogo gay, con el que luego la prensa amarilla lo relacionaría sentimentalmente. Atento al escándalo se muda a alguna ciudad del interior del país (por ese entonces comienza a ser difícil rastrear su historia) y por el lapso de siete años se aboca a la terapia de extranjeros que no se adaptaban a la Argentina, aprovechando su propia experiencia.

Como profesional de las ciencias se puede determinar que obtuvo éxito y renombre, que según sus dichos “no son la misma cosa”. Atendía a más de 10 pacientes por día, en su mayoría inmigrantes, pero también a abogados poderosos, mandatarios en peligro, divorciadas lésbicas y entre toda esa gente a un músico demodé que le ofreció pagarle la terapia con clases de guitarra. De este músico se perdió el rastro aunque dicen que era un conocido disk jockey, poeta y actor. Ese es el verdadero comienzo artístico del Dr. Zambayonny, aunque de pequeño había estudiado pintura y ya en la adolescencia, entre mudanza y mudanza, había realizado sus primeros cuadros, llegando incluso a exponerlos y a vender varios. Semana a semana fue aprendiendo a tocar la guitarra y al cabo del año, con su conocida facilidad para las artes, ya tenía sus propias canciones instrumentales, “pero le faltan letras” alguien se percató alguna vez y entonces Zambayonny (que por ese tiempo usaba su nombre real) comenzó a componer la letra y la música de lo que a la postre sería su primer disco llamado “Averiguá si cojo mucho”. De este L.P. incunable, escasean los datos pero los pocos que lo oyeron dicen que es sin duda el mejor trabajo del Dr. Zambayonny.

Harto de que le pagaran con la chota (según sos propias palabras a un escribano) abandona el consultorio, se muda al sótano de un amigo extranjero y consagra su vida a la canción. Saca “Averiguá si cojo mucho” con éxito difícil y se presenta en algunos bares con su guitarra criolla y un “vaso amable” que es como él mismo trataba a su incipiente alcoholismo. En ese tiempo escribe su libro de frases para la vida llamado "El Poder de la Palabra Escrita" que fue muy leído y citado, mientras que paralelamente compone un hermoso y querido disco con dos nombres. Uno de ellos era: “La rama puta de la filosofía” en clara alusión al origen de la carrera de la cual se había recibido. Este trabajo incluye, tal vez rompiendo el secreto profesional, fragmentos grabados de las charlas con sus pacientes extranjeros (generalmente hipnotizados) y de ahí se desprende el segundo nombre del disco, que no es otro que “Pensando en voz alta” también haciendo alusión a la naturalidad de sus versos. “Hablo como pienso, canto como cojo, cojo como loco” era su frase de cabecera por aquellos años. Este disco de doble nombre (algo inédito en la música contemporánea) es presentado por él mismo en varios ámbitos de ingerencia cultural y en más de una ocasión acababa sus recitales preso, peleando en bandos desiguales o simplemente discutiendo por muy poca causa con absolutamente cualquier persona del público o de la organización. “La discusión siempre es política” no se cansaba de aclarar mientras lo arrastraban hacia un patrullero.

Este trabajo musical no se vendió en locales comerciales del rubro por una desavenencia a último momento de Zambayonny con el dueño de la disquera a causa de un consolador que como collar quería que le pusieran a cada uno de los compradores de su disco. Una mañana de septiembre, Zambayonny de puño y letra le deja a su amigo una nota de despedida, abandona el sótano, deja la guitarra y se sube a un micro de larga distancia que partía con rumbo a Formosa. “En Formosa está la cosa” se le adjudicó después a Zambayonny aunque no está confirmada su autoría en esta frase. Aquella nota de despedida que está en el museo de Zambayonny dice textualmente: “Te dejo la guitarra, me voy para Formosa, mi brújula es la verga, lucrá con mi museo, te quiero como a los huevos. Zambayonny.”

La última persona que lo vio fue un empleado de la terminal (que en algún momento había intentado ser su representante) y que lo observó abordar ese micro que acababa su recorrido en Formosa, saludándolo de lejos y no obteniendo a cambio respuesta alguna.

Dice uno de sus biógrafos que Zambayonny murió de frío en el Uritorco mientras esperaba hacer contacto.


Parte 2 "La pistola de carne"

Sin dudas la noticia de su muerte se trató de un efecto comercial de escasa repercusión. Regresó al ámbito musical con un espectacular disco llamado "La pistola de carne" que en sintonía con la problemática del país hablaba de la inseguridad. Sin embargo no fueron pocas las cosas que tuvieron que pasarle a Zamba para lograr culminar esta preciosura de trabajo.

A poco de su regreso del Uritorco, donde compuso Esperando a las Marcianas, canción que compitió sin éxito en la preselección under del festival de Viña del Mar, sufrió nuestro cantante una crisis de inspiración que lo llevó a abandonar radicalmente la escritura de canciones aduciendo que "escribir canciones es peligroso". Alejado entonces de la música irrumpe con fuerza en el campo de lo esotérico. Se junta con algunos chamanes de lamentable reputación en un viaje hacia la sabiduría que lo terminó llevando a Mendoza donde en un trance que incluía fumar bosta, tomar licor de mandarina hasta más allá de asquearse y masturbarse cincuenta veces por día, logra una serie de profecías rescatadas de su interior. Esta etapa profética se extiende por mucho tiempo, durante ese lapso fueron muchos los que trataron de interpretar esas lecturas del futuro, pero no lograron ponerse de acuerdo en si eran importantes para la humanidad o solo se trataban de desvaríos dichos por un hombre en coma alcohólico.

Persistiendo en sus experiencias oníricas y sus búsquedas extrasensoriales, se alejó tanto de la gente común según sus propios dichos, que la única forma que encontró para volver a mezclarse con las personas de la calle y entender la problemática humana fue trabajar como taxista en la Ciudad de Buenos Aires. Durante casi siete meses condujo el auto de un psicólogo amigo como peón a porcentaje y oyó con mucha atención las conversaciones de sus pasajeros, compenetrándose con ellas a tal punto que en muchos casos se decidió a intervenir en las charlas con resultados no siempre alentadores.

El final de esta era se produjo repentinamente cuando chocó en Montevideo y Santa Fe un sábado de madrugada mientras transportaba a una mujer a la que le veía cara conocida, distrayéndose al observarla continuamente por el espejo retrovisor, llevándose por detrás un colectivo de la línea 39. El saldo del luctuoso accidente fue su inmediata hospitalización con politraumatismos varios y un impresentable ataque de risa. El seguro no cubrió los gastos de nada.

No volvió a manejar el taxi, ni a saber nada de la mujer que le había resultado conocida. Mucho tiempo después creyó comprender que se había tratado de Patricia Saram.

Inmediatamente después se alquiló un funcional en la avenida de Mayo, y a pizza barata y ginebra, en menos de dos meses compuso de un tirón casi todas las canciones de "La Pistola de Carne".

Dice uno de sus biógrafos que Zambayonny murió a poco de terminar ese disco al caer de un piso 11 mientras intentaba regar una planta ilegal que había sembrado en el lado externo de su balcón.

Parte 3 "Salita Verde" y "La Pendeja Puta que Todos Llevamos Dentro"

La falsa noticia sobre la muerte de nuestro querido doctor Zambayonny, se debió a una grosera infiltración de información sufrida por la agencia de noticias TELAX, que tenía el dato de que Zambayonny podría tratarse en realidad del doctor Favaloro.
Con la trágica desaparición del prestigioso cirujano no fueron pocos los que se sumaron a esa teoría, a tal punto que en su velatorio se oyó a alguien cantar:”Doctor querido / te tuvieron que parar la verga a tiros”.
Los que estamos más cercanos a Zambayonny sabemos de su amistad con Favaloro, pese a tantas obvias diferencias entre ellos (incluida una pelea a golpes de puño durante una charla debate ofrecida por el cardiólogo), pero de ninguna manera podemos dar crédito de que hayan sido la misma persona.

Tiempo después, TELAX reconoció su error, pero dejó en claro que seguirían con la investigación policial del caso, ya que al parecer de los abogados de la agencia de noticias, el dato de que Favaloro era Zambayonny, lo habría dado el propio músico, minutos después de enterarse de la muerte de su amigo a través de una periodista que se acostaba con él y que al mismo tiempo se encargaba de hacerle la prensa al músico.
El tiempo pasó y el caso se cerró con una apretada, un dinero y una serie de editoriales en diversos diarios tendenciosos que defenestraban al cantante.

Ante estos sistemáticos ataques que dejaban a nuestro trovador como una persona sin escrúpulos, ambiciosa y guaranga, Zambayonny respondió al mundo con un disco absolutamente distinto a sus trabajos anteriores llamado Salita Verde, un compacto de veinte canciones infantiles que sorprendió gratamente a propios y extraños.

Esta jugada del suizo no logró la tan ansiada recuperación de su imagen pública, pero si lo colocó en un importante sitial dentro de la discografía nacional.
Salita Verde (también llamado Salita Rosa en algunos medios como una provocación a Zamba) habla sin lugar a dudas de la infancia del músico, de sus amigos del barrio, de su novia del jardín, de su particular familia, de su plaza, y de su canchita, con una visión tan clara y contundente, que resulta imposible no sentir una agridulce nostalgia al escuchar esas canciones escritas a medida de cualquier corazón sensible.

Zambayonny no recuperó su imagen, ni muchísimo menos, pero quedó en claro con la aparición de este disco, de que no era Favaloro.

Durante ese año y como parte de la estrategia, recorrió algunos hospitales con su guitarra, cantando las canciones de Salita Verde a los niños internados. Con tanto éxito, según dijo una enfermera que tiempo después se supo que era su amante, que Zambayonny pasaba todo el día en los nosocomios y hasta dormía en las camillas de las morgues, porque según él, era el único sitio donde nadie hacía ruido.

Ahí, entre los muertos, comenzó a componer lo que a la postre sería su quinto disco, “La pendeja puta que todos llevamos dentro”, una veintena de canciones que hablarían de la espiritualidad y de la fe.

Cuenta la anécdota que en alguna de aquellas madrugadas en las que el Doctor Zambayonny se encontraba recostado en una de las camillas de la morgue del hospital de Clínicas, sumergido en un coma alcohólico que había conseguido en busca de la inspiración, un médico practicante le quiso hacer una autopsia, confundiéndolo con un muerto.
Dicen que Zamba se despertó gritando, desnudo y sangrando, en el momento mismo en que el joven médico le punzó el pecho con un bisturí. Esto lo hizo regresar de su coma alcohólico con tanta rapidez y tanta confusión que solo atinó a golpear salvajemente al tierno practicante que estaba espantado por el levantamiento imprevisto del muerto que no paraba de gritarle mientras lo escarmentaba:” ¡Creíste que no me iba a dar cuenta, hijo de una plantación de putas! ¡Creíste que no me iba a dar cuenta, maricón corre chotas! ¡Te voy a llevar a veranear San Bernardo, hijo de puta, te voy a llevar a veranear conmigo, la concha de tu madre y también la concha de tu padre!

No se entendía bien lo que Zambayonny trataba de explicarle al médico en su desesperación mientras lo golpeaba.

Fue detenido inmediatamente por la seguridad privada del hospital y luego trasladado a una comisaría, vestido solamente con el guardapolvo blanco del médico golpeado que en algún momento de la pelea le había quitado.

El director de hospital no levantó cargos a cambio de que Zambayonny dejara de cantar sus canciones a los niños enfermos, el músico aceptó a regañadientes, pero dicen que continuó visitando a su enfermera durante algunos meses hasta que una noche los descubrieron fornicando en la morgue arriba de un viejo muerto.

Después se desmintió lo del viejo, pero el mito quedó rodando en los pasillos del hospital. La enfermera fue trasladada a una sala médica de Boedo y Zamba, que verdaderamente estaba viviendo en el hospital porque no tenía donde vivir, se mudó a la casa de su viejo amigo Pipo, un amigo de la infancia con el que se había reencontrado muchos años después, luego de que Zambayonny contara su historia en una de las canciones de Salita Verde.

Pipo se había enterado de la existencia de esa canción y absolutamente emocionado había decidido contactar al músico lo cual no fue difícil ya que estaba preso. Pipo pagó la fianza y a partir de ese momento se convirtió en el mecenas de Zamba, su guía espiritual, su cable a tierra, su amigo incondicional y la única persona a la que Zambayonny hacía caso.
Durante casi un año compartieron el viejo caserón de la calle Costa Rica al 4900, donde residía Pipo y además daba clases de inglés.

Aquellos días transcurrieron calmos y llenos de felicidad para ambos. Mientras Pipo dictaba sus clases de idioma, Zamba trabajaba haciendo jingles para una empresa de publicidad y además componía las últimas canciones de aquel disco que había comenzado en la morgue del hospital de Clínicas. Por la noche descorchaban vinos caros, fumaban marihuana brasilera y luego salían a recorrer bares en busca de mujeres.

Fue casi coincidente con la terminación de “La pendeja puta que todos llevamos dentro”, que un alumno de Inglés de Pipo lo conectó con el gerente de una cadena de hoteles en EE.UU. que andaba buscando un cantante en español para la gran comunidad latina que vivía en su país.
Tras unas pocas reuniones, el gerente, que no hablaba castellano, escuchó cantar a Zamba en un mini recital improvisado en la casa de Pipo y solo guiándose por su intuición empresarial y por la traducción que Pipo le hacía al final de cada canción, lo contrató para que tocase en Nueva York durante un año en una cadena de prestigiosos hoteles.
Pipo, que también había sido intérprete de ambos durante las charlas y quién sabe que fue lo que les decía, ofreció una cena para celebrar el trato, en la que no faltaron prostitutas, ni marihuana brasilera, ni las primeras grabaciones de “La pendeja puta que todos llevamos dentro”.

Temas como ”El Pijaflor”,”Arreglo floral en el culo” o ”Si yo tuviera 17”, dieron clara noción de la calidad que tendría el disco, sin embargo cuando oyeron ”Yo los considero mis hermanos”, hasta las prostitutas se emocionaron y no querían cobrar las tiradas de goma extras.
Fue entonces cuando Zamba aseguró que para lograr un clima de felicidad y contención era conveniente escuchar siempre ese compacto rodeado de putas lindas, amigos borrachos y marihuana brasilera.

Fueron tiempos de felicidad para Zambayonny que inmediatamente terminó de componer y de grabar el disco como habitualmente lo hacía en el estudio Garrocha Social. Luego armó sus pocas valijas, se despidió con un interminable abrazo de su amigo Pipo y se fue a vivir a Nueva York, donde presentaría su flamante trabajo antes que en Argentina.
Tener la nacionalidad suiza, sin dudas fue una de las ventajas para cerrar el trato y también para conseguir inmediatamente la visa.

Las primeras noticias que llegaron de Zamba desde Nueva York no fueron del todo buenas, y hablaban de inconvenientes con el idioma y problemas con la policía por un supuesto chiste que había hecho nuestro artista al fingir ser un turista confundido que preguntaba a todo el mundo por las torres gemelas.
Mientras tanto “La pendeja puta que todos llevamos dentro”, sin su creador para defenderlo, se expandió rápidamente por cientos de hogares argentinos y demostró ser un disco maravilloso y atípico, de esos que nacen en las morgues, entre putas que se emocionan y amigos incondicionales.

Hace unos pocos días la agencia de noticias TELAX, conocida enemiga del cantante, anunció que el doctor Zambayonny murió de hambre en el desierto queriendo cruzar en forma ilegal la frontera desde Estados Unidos hacia México.


Nota: La continuación de esta historia ocurre en estos días, y es contada en este Blog por él mismo.

Karmelo Restelli www.nuevosrumoresalarmantes.blogspot.com

Presidente del Club de Fan de Zambayonny

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